Día 8. Epílogos. Datos de la ruta realizada. Agradecimientos.
Hemos llegado a Rávena y ni siquiera me he molestado en mirar el diario de navegación. Nuestra salida del barco está prevista a las 11.30 de la mañana a pesar de que nuestro vuelo sale de Bolonia, a unos 80 km de donde estamos, a las 16.30 horas. Esto quiere decir que los que se han apuntado a la excursión para visitar Bolonia, tendrán que hacerla a la carrera. La verdad es que, el final del viaje me parece que está pensado para justificar un día más de estancia porque hubiera sido mucho más práctico poder disfrutar de la noche veneciana y salir directamente desde el aeropuerto de Marco Polo. En fin, motivos habrá y mi opinión no deja de ser sino eso: Una opinión. Hoy con todo el mundo de diana, niños incluidos, no es necesario armar bulla por los pasillos. En el suelo de la cabina está una bonita factura cuya parte del león se la llevan 130 € porque las propinas en los barcos, no están incluidas. En fin, supongo que algo irá para Oswaldo, Rober, Orlando y Alan que han sido los tripulantes con quienes más contacto hemos mantenido. La maleta ya no está en el pasillo. Después del desayuno, una última visita al camarote para eso de la limpieza de dientes y… nada que hacer hasta casi tres horas después. La cabra tira al monte y yo tiro al Rendez Vous. Tomamos asiento y decido pedir un daiquiri a modo de “homenaje y despedida”. Doña Chespira no toma nada y comienza una disimulada bronca porque, según ella, las 9.30 de la mañana no son horas de tomar un daiquiri cosa con la que, evidentemente, yo no estoy de acuerdo. Mientras saboreo la bebida veo que uno de los niños, precisamente el mismo que nos abroncó la mañana anterior cuando lo de los coros y danzas de España, me mira y, sin demasiado disimulo, suspira criticando el nefasto vicio del alcohol en las personas adultas. Lo dicho. Este chaval ha madurado de un plumazo y, como también decía mi abuela, la vaca no se acuerda de cuando fue ternera. A las 11.30, puntuales como un reloj, bajamos del barco, devolvemos nuestras tarjetas magnéticas, autobús, aeropuerto, dos horas de retraso, despedida en Barajas de todos aquellos que nos han acompañado en el periplo y… ¡snif! Fin del viaje.
Epílogo 1.
Me levanto por la mañana. He dormido como un tronco aunque hecho de menos el dulce bamboleo del barco sobre las olas. En el cuarto de baño doña Chespira, algo más madrugadora se está retocando el pelo. Miro la báscula que está en el suelo y en un alarde de inocencia pongo los dos pies sobre ella. El estremecimiento de sus muelles hace que doña Chespira desvíe su mirada hacia el aparato un instante antes de que yo baje del mismo. Su cara se torna ojiplática perdía, me dice que vuelva a subir al maldito chisme para corroborar lo que sus ojos (y los míos) acaban de ver. Yo me niego a hacerlo si no es en presencia de mi abogado y bajo orden judicial. Ella me amenaza con la plancha al rojo con la que en esos momentos se está alisando el pelo. Conclusión. Fin de las cervezas, nada de pan en las comidas, lechuguita verde, acelgas y filetito a la plancha, por supuesto sin patatas. En mi defensa alego que estaba sin afeitar y con las uñas y el pelo todavía sin cortar. Todo eso algo debe pesar, digo yo, pero mi defensa es desestimada y doña Chespira se come la media mortadela y el salami que compramos en el aeropuerto de Bolonia mientras esperábamos el embarque. No sé cómo lo ha hecho pero ella sigue con su peso de siempre.
Epílogo 2.
Julio de 2012
La joven miró la tira que un par de minutos antes había empapado con pipí reciente. Ella nunca había tenido retrasos en su ciclo menstrual y hacía bastante tiempo que no tenía relaciones sexuales. Por ese motivo había achacado el retraso a los nervios causados por los exámenes de fin de curso. Miró la tira que cambiaba lentamente de color y no le quedaron dudas del diagnóstico. Estaba embarazada. Su cabeza volvió a tres meses atrás. Quizás fuera cuando la fiesta de los monstruos en el barco… o al día siguiente. El caso es que se había pasado un poco con las copas y cuando se acostó en su cabina 5400, su compañera de cuarto todavía no estaba con ella. Entonces escuchó un aullido, no, sería más propio definirlo como un triste lamento. Se levantó de la cama, abrió la puerta de la cabina y allí estaba él, tan pasado de alcohol como ella, con una botella de gasóleo en la mano y un preservativo en la otra. Hicieron uso de los dos. Esos eran los recuerdos que le llegaban en medio del desoncierto en que se encontraba. Llamaría al chico y le diría lo sucedido. Luego vendría la bronca con sus padres. ¿Qué haría después? Se acarició el vientre y, de inmediato, descartó la posibilidad de abortar. ¿Sería niño? ¿Qué nombre le pondría? Ella se sorprendió al escuchar su propia voz. “Si eres niño, te llamarás Chéspir”.
Datos de la ruta realizada:.
Pireo a Mikonos 96 millas nauticas
Mikonos-Santorini: 81 MN
Santorini-Katakolon 248 MN
Katakolon-Corfú 178 MN.
Corfú-Dubrovnik 209 MN
Dubrovnik-Venecia 319 MN
Venecia-Ravenna 71 MN.
Total 1211 MN (2226 Km)
Dedicatoria.
A los 8 argentinos, 1 austriaco, 138 brasileños, 5 búlgaros, 8 chilenos, 32 colombianos, 1 costarricense, 3 croatas, 105 filipinos, 1 griego, 32 guatemaltecos, 54 hondureños, 29 hindúes, 84 indonesios, 1 italiano, 1 maltés, 5 mexicanos, 3 nicaragüenses, 8 panameños, 15 peruanos, 5 portugueses, 29 rumanos, 1 inglés, 6 dominicanos, 1 sudafricano, 7 ucranianos, 4 venezolanos y 7 españoles que componen la tripulación del Zenith. A todos ellos nuestro agradecimiento por el trato recibido. También hay una dedicatoria muy especial a Rosa, Miguel, Luisa y Goyo, nuestros compañeros de mesa porque gracias a ellos el viaje ha resultado mucho más agradable y, para terminar quiero agradecer a los lectores y a la moderación de
www.infocruceros.Com por permitirme utilizar este espacio para recordar “virtualmente” mis vacaciones y, sobre todo, por leer mis desvaríos. A todos vosotros, muchas gracias.
Manuel Enríquez