MSC Orchestra, nunca más.

El pasado 1/11 desembarcamos en Málaga del MSC Orchestra. Un  buen número de cruceros con otras navieras en nuestro haber (Pullmantur, Costa, Holland America, Cunard, Princess, etc,) creo que nos capacita para poder opinar y con criterio sobre éste viaje, éste barco y su atención al pasajero. Con éste han sido cuatro cruceros con MSC y posiblemente el último. A pesar de saber que el MSC Orchestra no tiene Yacht Club, categoría donde siempre hemos viajado, lo más “parecido” que quedaba cuando reservamos este crucero fue una acomodación Áurea Todo Incluido y todos los beneficios que comporta tal categoría. A pesar de esto, nos aventuramos en cogerlo pues llevábamos ya unos años en “dique seco”, el embarque en Málaga nos facilita mucho no tener que desplazarnos a otros puertos de salida y porque nos interesaba varias escalas que no habíamos estado con anterioridad: Alicante, Mahón y Olbia.

 El MSC Orchestra fue construido en el 2007 y necesita una reforma sí o sí: uno de los ascensores más próximo a nuestro camarote (9134) se estanco en la planta 4 a mediado del crucero y, si no lo han arreglado, así seguirá. El olor a cloaca de nuestro pasillo era evidente unos días más que otros. El mobiliario del camarote/balcón está algo avejentado y así algún detalle más en zonas comunes, propio de la edad del barco y su falta de puesta al día. 

En el aspecto restauración, las raciones de los distintos platos, sobre todo de los entrantes son mínimas, casi testimoniales; terminando por pedir, al igual que otros pasajeros, un par de entrantes para con el principal y un par de postres, decir al menos: he cenado. El bistec T-Bone que pedí fuera del menú, de pago; resultó puro nervio, incomible. Obviamente ésta no es la cocina de MSC que yo recordaba (Fantasía, Preziosa y Meraviglia). 

Pero principalmente por lo que escribo ésta reseña es por el trato recibido. Nuestro Asistente de Camarote, salvo el día del embarque que vino a presentarse, el resto del crucero nunca más le vimos el pelo. Nuestro único contacto con él fue a base de notas escritas que le dejábamos en el escritorio. En otras ocasiones nuestras solicitudes fueron por teléfono o directamente en el mostrador del Servicio al Cliente (Recepción, cubierta 5). He de decir que unas fueron atendidas pero otras desistimos de seguir solicitándolas pues el caso era omiso a pesar de correspondernos por la categoría contratada. Por ejemplo, un simple albornoz. 

Pero lo que colma el vaso de la paciencia fue el penúltimo día (día 9 de crucero). Habitualmente es nuestra costumbre comprar algún souvenir alimenticio en alguna de las escalas. En éste caso, en la escala de Mahón (día 6) compramos un par de quesos pequeños. Consideramos que debían estar refrigerados hasta nuestro regreso a casa y para ello le hicimos hueco en el mini bar del camarote.

En la escala de Génova (día 8) compramos unos botes pequeños de cristal con “pesto”. Recuerdo que se tratan de pequeños souvenirs alimenticios, no la compra de la semana del súper. Éste sí debe estar refrigerado. De hecho el establecimiento los prepara para llevar y le añade unas pequeñas bolsas de hielo para su mejor conservación. Llegamos al barco y lo ponemos también en el mini bar. En éste caso sí sacamos un par de latas de refrescos del mini bar, dejándolas fuera. Hasta aquí todo bien. 

El día de la escala de Marsella (día 9), cuando regresamos a mediodía de nuestra excursión particular a la ciudad, vemos que nos han sacado nuestros souvenirs del mini bar, los han puesto fuera y el mini bar cerrado con llave. Para no demorar la hora del almuerzo pedimos que nos trajeran hielo para,  provisionalmente, recuperar la cadena de frío y posteriormente preguntar el porqué del cierre del mini bar cuando tenemos el Todo Incluido. Como vimos, tras el almuerzo, que con el hielo se mantenía bien, optamos por dejarlo así y ya si acaso solicitar más tarde nuevamente hielo. Aún nos quedaba esa noche y el día de navegación previo al desembarque. Por la noche (día 9) solicitamos nuevamente hielo pero nunca más lo trajeron. Afortunadamente una amiga con la que compartíamos crucero, pero ella en otro camarote, no le cerraron su mini bar y se ofreció en alojarnos nuestros souvenirs hasta el día del desembarque.

 No me parece de recibo éste gesto por parte MSC o de quien haya partido la idea de sacar mis souvenirs del mini bar rompiendo la cadena de frío. No creo haber infringido ninguna norma pues de haberlo hecho, me hubieran confiscado los productos, cosa que no hicieron. No me parece correcto tener contratado Todo Incluido y no poder hacer uso del mini bar. Ha sido una decisión unilateral de MSC, en mi opinión sin fundamento, cuyas consecuencias no llegarán a ningún lado, de eso soy consciente; pero el Orchestra nunca más.