Puestos a pecar, hagámoslo de forma plena. Caígamos en la mas absoluta y hedonista perdición. A vivir que son dos días. Compañía de ultra lujo americana siempre se ha caracterizado por tener una aproximación muy individual y personalizada a cada uno de sus pasajeros. Así, viajar en cualquiera de sus yates, es igual que hacerlo en un club especial de amigos, o en un yate preparado para nosotros, en donde todo está orientado a hacer de nuestra experiencia, algo sublime. Y últimamente a precios increibles.
Cinco pecados "quasi" capitales en los que es dificil no caer cuando navegamos en la compañía.
1.Tripulaciones endemoniadamente profesionales
Katia, mi asistenta de cabina, como todas las demás que suplen el papel de los mayordomos, en otras navieras, me recibe con una tradicional
bienvenida Seabourn. O sea, aparte de ser dulce como la miel, con una copa de champán "del bueno", una sonrisa maravillosa, canapés de salmón, y una selección de jabones de lujo. Tras eso, siempre, siempre, siempre estará especialmente pendiente de mis necesidades. La compañía se vanagloria, de tener a unos de los tripulantes más eficientes, amables y formados en escuelas de hostelería europeas que existen. Los chicos Seabourn, que se encargan del servicio, fuera de las cabinas, rozan la perfección y la excelencia en su trato con el pasajero; anticipándose siempre a las necesidades de sus clientes. Es notable su sexto sentido, para saber que precisas, mucho antes de que lo pidas. Recuerdan tu bebida, te dan conversación, se interesa por tu bienestar, y sobre todo te hacen sentir especial. Esa especie de lujo imperceptible, en el que eres mimado como una celebridad desde el momento que subes a bordo.
bienvenida Seabourn. O sea, aparte de ser dulce como la miel, con una copa de champán "del bueno", una sonrisa maravillosa, canapés de salmón, y una selección de jabones de lujo. Tras eso, siempre, siempre, siempre estará especialmente pendiente de mis necesidades. La compañía se vanagloria, de tener a unos de los tripulantes más eficientes, amables y formados en escuelas de hostelería europeas que existen. Los chicos Seabourn, que se encargan del servicio, fuera de las cabinas, rozan la perfección y la excelencia en su trato con el pasajero; anticipándose siempre a las necesidades de sus clientes. Es notable su sexto sentido, para saber que precisas, mucho antes de que lo pidas. Recuerdan tu bebida, te dan conversación, se interesa por tu bienestar, y sobre todo te hacen sentir especial. Esa especie de lujo imperceptible, en el que eres mimado como una celebridad desde el momento que subes a bordo.
2-Comida que te empuja a la gula.
Vinculando al apartado anterior, recuerdo a Joao, el simpatiquísimo camarero portugués, que se preocupaba siempre, de que mi comida estuviese perfecta, y al gusto de un paladar español; sugiriendo posibles alternativas o ingredientes adicionales, si sospechaba que mi comida no alcanzaría los estándares adecuados; cosa difícil, porque todo lo que sale de los fogones es igual a "perfecto". No importa que el desayuno sea ha servido con toda pompa y ceremonia en el balcón de tu suite, que tomes un exquisito almuerzo en el tentador bufet, o que elijas entre el restaurante principal o el bufet casual, siempre encontraremos todos los platos algo en la que nuestra gula se desatará de forma irrefrenable. Pero si hay un lugar en donde la comida es sencillamente, un peligro es el Restaurant2. Un entorno rojo y negro, sofisticado, elegante con reserva previa, en donde la comida de Charlie Palmer, es sencillamente una ceremonia de buen gusto, un espectáculo visual, y artesanía gastronómica.
3-Suites tentadoras
Quizás los camarotes de muchos barcos, no creen pasión. Pero en Seabourn, aparte de sus increíbles dimensiones, son de lo mejor que podemos ver a flote, con un tamaño, una decoración sencilla pero a la vez refinada, y un equipamiento sencillamente perfecto. Colchones increíblemente cómodos, lencería de lujo, algodón egipcio, un minibar siempre repleto y rellenado según nuestras preferencias, y sobre todo una serie de detalles que hacen de nuestro cubículo, un lugar increíblemente perfecto para relajarse y también para disfrutar de los pequeños placeres de la vida. Amplios balcones, mantas de mohair, prismáticos para ver el horizonte, un equipo audiovisual increíblemente potente, canales de video con una selección variadísima de películas, un vestidor en donde no puede faltar exquisitos albornoces Frette y zapatillas, y también el baño, por supuesto de mármol, siempre con nuestra provisión de artículos de baño, de la elegante firma Molton Brown.
4 Rutas lujuriosamente atractivas
Sin duda viajar, es algo terriblemente lujurioso, por la gama de sensaciones, y placer que te produce; pero si miramos el Atlas de la compañía, ninguna ofrece una visión tan global, como Seabourn, en donde prácticamente, sus seis exquisitos buques tocan todas las latitudes. Visitan en verano el Mediterráneo, recalando en puertos no solamente trillados, sino también en todos aquellos, más pequeños, elegantes y recónditos, en donde otros barcos más generalistas no pueden entrar. Seabourn también tiene una amplísima gama de cruceros por el Norte de Europa. Recuerdo con especial emoción, en Seabourn Pride por los Fiordos Noruegos, entrando por unos lugares especialmente angostos, en donde solamente mi pequeño explorador era capaz de entrar. Esos fiordos anónimos, a los que ninguna gran nave era capaz de recalar. Se cuela en las calas más pequeñas, en exóticas Islas del Caribe, en donde una vez más, la compañía nos ofrece rutas maravillosas hedonistas y perfectas. También Asia es una de las opciones preferentes, y vemos escalas del sueño como Bahía de Halong, China, etc.
5 Esos pecaminosos detalles
Y en los pequeños detalles, la compañía es una alternativa perfecta para seguir perdiendo nuestra alma. Recuerdo especialmente una visita a una cocina, en donde una de sus tartas de chocolate degustadas después en el té, era realizada con una conocidísima, pijísima y elegante marca de chocolates belgas. Detalles como por ejemplo, que sin que nadie lo esperen aparezcan, con un sorbete de mandarina con champán en la piscina. Que tu tripulación baje a tierra, despliegue una pancarta para recibirte abordo. Sus experiencias Seabourn como un concierto privado en las ruínas de Efeso. O también son detalles especiales, que tengas a un tripulante colocándote una manta cuando tienes frío en cubierta. Todo un mundo de sensaciones que muchas veces no esperas, pero están ahí y lo agradeces profundamente. El "sumun" de la tentación, es en las rutas cálidas su cubierta marina desplegable en popa, por la que puedes acceder directamente a las cálidas aguas de entornos paradisíacos, para disfrutar de una extensa gama de deportes acuáticos como: ski acuático, windsurf, motos de agua o simplemente nadar directamente en alta mar. Pero para sofisticación es el Caviar in the Surf. ¿Te imaginas estar bañándose en una playa exótica, mientras que tus tripulantes, se metan en el agua, para servirte caviar y champán francés?. No; no es una película; es Seabourn. Un placer de dioses.