Los enormes buques de cruceros son cada vez más imponentes, cómodos y sobre todo con los mejores niveles de servicio, y por encima nos permiten despertarnos en un puerto diferente cada día. Los crecimientos en los cruceros son brutales cada año, y no nos estraña el porque. Millones de personas se embarcan cada día; los que prueban una vez repiten, hasta el punto de ser un sistema de ocio vacacional que más adeptos y fidelidades genera. Sin embargo, mucha gente todavía se resiste a embarcarse por un conjunto de leyendas urbanas que convendría desterrar de una vez por todas.
Hacer cruceros es caro. Vacaciones en el Mar, sigue teniendo en una perversa influencia en las mente de loscruceristas. Ciertamente no todo en el monte es orégano, y hay navieras especialmente caras. Sin embargo es quizás una de las formas de vacaciones que más ha bajado últimamente debido tal vez, a una saturación en el número de barcos. Rutas por 300 euros, en pensión completa, en ocasiones es lo suficientemente tentador como para rechazarlo, el segmento de los 600 euros, es bastante común salvo en temporada alta, y muy pocas navieras pasan de los 2000 euros, por una semana de vacaciones, en algunos casos navieras absolutamente exquisitas. O sea, que hacer cruceros, no es caro. Más al contrario, comparado con cualquier hotel de 4 o 5 estrellas, con el nivel de servicio equiparable es un auténtico chollazo.
Es para viejos. Ciertamente el nivel de actividad en un crucero, en donde casi todo te lo dan hecho, es tirando a bajo. Aunque todo depende de las actividades que queramos afrontar. Si en otras épocas era refugio de jubilados, y en algunos casos lo es en temporada baja, los nuevos barcos de cruceros, están especializados en atraer a una clientela joven, activa y moderna. Parejas de novios, pasos de ecuador, y todo una enorme gama de actividades deportivas (en muchos casos con marinas retráctiles que permiten abrir a popa del barco y entrar en contacto directo con el mar). Excursiones de trekking, bicicletas de montaña etc. A bordo fiestas animadas, discotecas hasta altas horas de la madrugada, ponen el contrapunto activo. Si viajamos en una naviera españolas tendremos “fiesta” nacional casi en cada esquina. Con lo cual también desterramos este injusto topicazo.
Me voy a marear. Ciertamente el mar es imprevisible, y hay que respetarlo, pero amarlo a la vez. No debemos ver el movimiento del mar como algo negativo, sino como una delicioso balanceo, que forma parte del placer de navegar. Por el aumento del tonelaje de los barcos, y gracias a los estabilizadores y los parte meteorológicos pos satélites, casi todas las travesías son placenteras y muy tranquilas. Si seguimos siendo propensos al mareo, hay ciertas tácticas que van desde el consumo de manzanas, jengibre, hasta medicamento específicos como pulseras especiales, Biodraminas, o inyecciones. No debemos obsesionarnos con el tema, y simplemente tener siempre el estómago lleno, pasear por cubierta, mirar al horizonte, y si la cosa se pone mal estar acostado, pensando que jamás el movimiento pondrá en peligro la nave.
Me aburriré con tanto mar. Mucha gente tiene miedo escénico, de ver un horizonte lleno a agua, y de no poder escapar. ¿Para que escapar?. Piense en barcos como la serie Oasis, con calles comerciales, pistas de patinaje, decenas de restaurantes, simulador de surf...Usalmente no podemos hacemos todo lo que nos ofrecen los barcos por tiempo, y aunque no lo hagamos no tendremos ningún ataque de agua. Por otro lado un crucero tradicional, es el que navega cerca de la costa, y para cada día en una escala diferente. Muchas veces, hasta apreciamos contemplar esa inmensidad, sumergirnos en las señales que la naturaleza nos ofrece. Pero sino queremos salir a cubierta en ningún momento, nuestro tiempo estará completo siempre.
No tendremos tiempo para ver nada en tierra. Los barcos usualmente paran un promedio de ocho a diez horas en cada escala. Mucha gente se mete en planificaciones exhaustivas en ciudades tan densas como Londres y París, y termina frustrado y muy cansando, y con la sensación de no aprovechar el tiempo. El crucero no es para ver escalas de forma milimétrica, sino para completar destinos, ir de forma pausada y profundizar en diversos elementos. O sea, una especie de aperitivo de lo que tendremos que ver con más calma. El crucero es una forma de vacaciones híbridas entre visitas culturales, descanso y turismo de playa con todas las comodidades propias de que el barco se mueve por nosotros, pero las ventajas de poder picar de muchos sitios y países sin tener que pasar por aeropuertos, o hacer la maleta todos los días. Puede que sea excesivo para Roma, pero pensemos por ejemplo que para visitar las Islas Griegas, o sitios como Venecia o Dubrovnik, el acceso prioritario y mejor es el mar. Y que por su limitada extensión una escala crucerística es perfecta para visitarla.