El martes atracaba el barco en Nápoles, como bien nos recordó nuestro amable y madrugador capitán a las 7 de la mañana en un largo e inacabable speech (en inglés, of course.. )
Bien aprovisionados de agua, gorras, crema solar y deportivas nos dispusimos a visitar Pompeya.
El puerto está en el centro de Nápoles, se baja del barco, se sale del puerto, se cruza el semáforo que hay con un guardia para "protegernos" a los foráneos del caótico tráfico napolitano y allí mismo hay un kiosco de revistas y periódicos en el que se puede comprar un único el billete para tranvía hasta la estación Corso Garibaldi y allí coger el cercanias para Pompeya. Merece la pena un par de días antes entrar en la página web del "circumversuviano" que son los trenes de cercanías que llevan a Pompeya, ya que pone las horas exactas a las que va y vuelve el tren. El billete lo cogimos de ida y vuelta y costó 8,40 € por persona. El tranvía que se coge justo delante del kiosco es el número 1 y dentro se valida el billete. ¡Ojo, que subió el revisor tanto a la ida como a la vuelta!
Ya en la estación de tren se baja al andén y el tren ya estaba en la vía. Todo muy bien indicado. El cercanías digno de ver, parecía el tren más viejo del mundo. en la siguiente parada subió mogollón de gente con maletas y estábamos como sardinas en lata (nosotros sardinas sentadas, a Dios gracias ). Bajamos en la parada de Pompei Scavi Villa del Misterio (nosotros y medio tren, claro). No preocuparse que para un ratito para que nos organicemos.
Al bajar del tren te asaltan para venderte audioguías y mapas, nosotros directamente fuimos hacia la derecha al salir de la estación y a unos 100 metros está la entrada (puerta marina, creo que se llama).Los niños tienen la entrada gratis si son de la CEE y llevan DNI o pasaporte y los mayores 11€ la entrada. Cogimos 4 audioguías, que costaron 20€ todas, creo que merecen la pena, sino corremos el peligro de ver "solo piedras".
Estuvimos tres horas de reloj viendo y disfrutando Pompeya, con un sol de justicia, pero nos gustó mucho. Dentro hay fuentes con agua fresquita, que se agradece.
A la vuelta (pendientes de la hora a la que pasaba el tren) más de lo mismo, volvimos a validar el billete en la máquina que está en las escaleras de acceso al andén (por si acaso), cogimos el tranvía (otra vez lo validamos, que hay mucho revisor) y vuelta al barco.
Destacar el tráfico de Nápoles, lo había oído, pero hay que vivirlo, no se puede describir. Queda pendiente para una próxima visita ver Nápoles, no se porqué pero pese a la suciedad y el tráfico me dió "buen rollo". Es muy curiosa..