El Crystal Serenity, es la nave más grande de Crystal Cruises. Un ratio de espacio por pasajero excelente y lujo discreto. Este artículo fue escrito antes de la última remodelación del Crystal Serenity por lo que las fotos ya no corresponden a su estado actual.
Diecinueve años seguidos lleva Crystal Cruises ganando el premio a la mejor "compañía de cruceros de tamaño medio" que otorgan los lectores internacionales de la revista Conde Nast Traveler, así que nuestras expectativas al embarcar en el Crystal Serenity estaban altas, muy altas. Además, a mediados de 2011, se invirtieron 25 millones de dólares en actualizarlo, así que teníamos ganas de comprobar su nuevo look. También en Mayo de 2012 la compañía se volvió "todo incluido", lo que significa que ya no hay que pagar bebidas alcohólicas ni pagar propinas al personal al finalizar el crucero.
Nuestra visión del barco ha estado condicionada por la decoración navideña ya presente en todas y cada una de las salas, pero hemos tratado de imaginar cada sala eliminando mentalmente las guirnaldas, cintas y figuras.
El gran valor del Crystal Serenity, el auténtico lujo, está en su ratio de espacio por pasajero. El barco tiene un tamaño de 68.870 toneladas y capacidad para 1.100 pasajeros. Por poner un ejemplo, el Splendour of the Seas de Royal Caribbean, con 69.130 toneladas lleva a entre 1.804 y 2.064 pasajeros. El lujo hoy en día en los cruceros es que no haya colas en el buffet, ni excursiones por cubierta buscando una hamaca libre, ni pausas de 20 minutos entre platos al cenar, y nada de eso ocurre en el Crystal Serenity. El día transcurre con placidez, de la comida se pasa al té, y del té a los canapés, regado todo con champagne Jacquart. No hay más que media docena de niños en todo el barco, y el ambiente se anima un poco cuando suena la música y los gentleman hosts sacan a bailar a las señoras que lo desean.
No nos engañemos, para disfrutar de un crucero de lujo hay que tener una buena posición económica, pero sobre todo tiempo, y quienes más cumplen esos requisitos pasan las 60 primaveras. Hay sin embargo nuevos barcos de lujo en el mercado que buscan un perfil de clientes algo más joven, pero en el Crystal Serenity se sigue apostando por un aspecto tradicional, que incluso sorprende si lo comparamos con el Crystal Symphony, al que sucesivas reformas le han dado un look mucho más moderno y chic.
La compañía ha preferido invertir el dinero de la reforma en las áreas donde el pasajero debe sentirse muy a gusto, en los camarotes y en los pasillos, y además ha aprovechado para renovar las tiendas y el techo de la piscina cubierta. Así que los camarotes de las 6 categorías lucen impolutos con una decoración elegante, luminosa y que conjuga a la perfección detalles de clase tradicionales con las últimas tendencias decorativas. La paleta de colores incluye blanco, chocolate, cremas, grises y moquetas con degradados de color. Quizá solo nos parece que desentonan las encimeras de los baños, de granito rojo balmoral, aunque nuestra opinión pueda estar condicionada por el abuso que de ese material se hace en Galicia, nuestra tierra, gran productora de granito gris y rosa porriño.
Las categorías AA, A, B y C son cabinas exactamente iguales, solo que la categoría C tiene ventana en lugar de balcón. Tienen 21 m2 (balcón aparte) lo que supera con creces a los habituales camarotes con balcón de cualquier naviera estándar o premium, que suelen medir entre 14 y 17 m2. Este espacio se aprovecha para hacer un baño mas humano, con lavabo doble y bañera. Todas las cabinas disponen de reproductor Blu-Ray/DVD para ver películas que podemos tomar prestadas por dos días en la biblioteca, nevera con refrescos y cervezas sin cargo, sistema de iluminación con varias combinaciones configuradas, sistema electrónico táctil para indicar al servicio que "no molesten" o que hagan la habitación, y caja fuerte.
Posiblemente la mejor categoría en relación calidad/precio sea la PH, Penthouse con balcón, que además tiene la decoración más luminosa gracias al uso de carpintería en tonos ceniza y textiles con abundancia de blancos. No son maderas nobles precisamente, pero el resultado es moderno sin perder elegancia. Son 37,4 m2 incluyendo balcón, palabras mayores, que dan para una amplia zona de dormitorio con armarios y cajoneras, sofá de 3 plazas convertible en cama individual, sillón, mesa centro, doble tocador, vestidor y baño con bañera de hidromasajes, doble lavabo y ducha de dimensiones generosas aparte. Reservando este camarote ya tenemos servicio de mayordomo, que entre otros servicios, nos mimará con aperitivos a media tarde en la cabina como fruta, crudittes, nachos, coctel de gambas, etc... El servicio de plancha también está incluido en esta categoría y a nuestra llegada nos espera una botella de Veuve Cliquot en la champanera, pero si la acabamos y queremos más, las siguientes botellas serán de Jacquart. Tenemos también una botella de vino tinto y otra de blanco, pinot noir y chardonnaire respectivamente, de los viñedos alquilados por la compañía en California para la producción de su propio vino, con un resultado bastante bueno ciertamente. Podemos pedir una botella de ginebra, whisky, ron, vodka, o lo que nos apetezca tener en la nevera. La primera no tiene coste, las siguientes si.
Los productos del baño son de la marca Aveda, de la línea Rosemary Mint, muy agradables y refrescantes gracias a los aceites esenciales de menta piperita y romero. En el vestidor tenemos albornoces Frette. La terraza es muy amplia con dos grandes sillones de exterior convenientemente acolchados.
La siguiente categoría, PS, Penthouse Suite con balcón, aumenta todavía mas el tamaño hasta los 50 m2 (incluyendo balcón). El espacio que se gana, es básicamente para el salón, que ahora incluye también una mesa con butacas idónea para cenas románticas servidas por el mayordomo en el camarote. También se gana una segunda televisión con su correspondiente Blu-Ray, así tenemos una en el salón y otra para la habitación. En el baño tenemos a mayores un bidet.
Las suites más grandes son las CP, Crystal Penthouse con balcón, de las que solo hay cuatro. Son 125 m2 terraza incluida configurados como un apartamento de lujo. Hay un vestíbulo de entrada y a su izquierda tendríamos un comedor con mesa redonda para 6 personas y un amplio salón. A la derecha del vestíbulo hay un servicio para invitados y detrás el dormitorio con un montón de pequeñas estancias tras la pared del cabezal de la cama. Por supuesto está la bañera, una enorme ducha, el servicio con inodoro y bidet, un amplio vestidor y, atención, una pequeña estancia con una cinta de correr. Hay un sistema de sonido Bang&Olufsen además de tres televisores. La reserva de estas suites incluye los traslados en vehículo de cortesía antes del crucero y tras desembarcar.
Respecto a las zonas públicas, comencemos por el vestíbulo principal Crystal Plaza, donde impera el mármol, y el contraste lo ponen una gran vidriera multicolor en el techo y en el conjunto artístico de cabecera. Esta zona estará amenizada durante el crucero por el cuarteto de cuerda o el pianista mientras los pasajeros se relajan en el bar Crystal Cove aledaño. Es el bar con aspecto más elegante y tradicional y con un par de mesas reservadas a fumadores. Por otro lado tenemos la recepción, donde con suerte podremos entendernos con Alexia, de Barcelona, o sino con otro de los amables recepcionistas / conserjes de varias nacionalidades. Hay un área más alejada del atrio con sofás y con los mostradores de reserva de futuros cruceros y del club de clientes.
Hacia popa nos encontramos con el restaurante principal Crystal Dining Room, en forma de H con un área central formando un círculo. Ambiente absolutamente clásico y selecto, y mesas de lujo formadas con cristalería Riedel, vajilla Villeroy&Bosch y cubertería de plata Sheffield. Los menús no defraudan y en la noche de gala del Crystal Serenity todavía se puede disfrutar de caviar como entrante y langosta como plato principal, convenientemente pelada en nuestro plato por el camarero o el maitre italiano.
En la cubierta 6 se encuentran gran parte de las instalaciones de ocio. Alrededor del atrio central están casi todas las tiendas de barco, como es Apropos, con ropa sobre todo de fiesta, relojes y cosmética. Hay dos joyerías y avanzando hacia proa por uno de los pasillos está la tienda con ropa "de la casa" con el logotipo de Crystal Cruises, así como la selección habitual de productos de droguería. A continuación tendríamos el casino y el teatro principal Galaxy Lounge. Tuvimos ocasión de presenciar dos shows musicales, rememorando temas del pop internacional uno y exclusivamente de Elthon Jhon otro. Agradables, bien ejecutados, pero sin lugar para la sorpresa. En la planificación de espectáculos también hay magos y artistas locales invitados, en nuestro caso, un show flamenco.
Volviendo al atrio central, en un lateral de la cubierta 6 tenemos uno de los espacios más socorridos del barco, el Bistro, que lo mismo sirve para un desayuno tardío, que para una merienda, y es que su amplio horario y buffet cambiante da mucho juego. Por las mañanas encontraremos fruta, embutidos y quesos, por la tarde los embutidos y quesos se cambian por cupcakes y otros pastelitos.
Hacia popa de esta cubierta del Crystal Serenity hallamos el Hollywood Theatre, que cumple la función de cine principalmente, o de sala de conferencias, donde diversos invitados imparten conferencias. Durante nuestro crucero, Sy Liebergot, controlador de vuelo de la NASA y parte del equipo que guio al Apollo 13 de vuelta a la tierra compartió sus experiencias con los pasajeros aquí, donde también se celebran misas católicas y servicios religiosos multi-confesionales.
Un pasillo lateral con la galería fotográfica nos conduce a popa, lugar donde se concentran cuatro importantes estancias de diversión nocturna. El Connoisseur Club es un oscuro salón con sillones orejeros y maderas prietas donde degustar puros y licores gourmet. Por su parte, Avenue Saloon es la opción preferente para aquellos que buscan un poco de música en directo, una copa, y charla. Es una sala con luz muy tenue, maderas oscuras y sofás chester, parece un club privado de aristócratas y acaudalados hombres de negocios. A partir de las 11:30 pasan canapés y dulces.
Al otro lado y tras una discretísima entrada se encuentra la discoteca Pulse, de dimensiones reducidas, pero ciertamente, acorde con el tamaño del barco y tipo de pasaje. No obstante, llegamos a verla bastante animada al ritmo del Gangman Style con pasajeros/as de distintas procedencias dándolo todo en la pista de baile. En cualquier caso es, en mi opinión, la sala que necesitaría una renovación de estilo más urgentemente, puesto que pese a que el Crystal Serenity fue construido en el 2003, tiene un aspecto totalmente ochentero.
Finalmente, como gran salón de popa está el Stardust Club, un salón cabaret con poco uso, ya que solo lo vimos una vez con orquesta y baile. Tambien se usa para el bingo de la tarde.
Una cubierta más arriba, en la 7, tenemos más instalaciones públicas del Crystal Serenity agrupadas en torno a dos pasillos laterales. The Studio es una sala para aprender a tocar el piano, o por lo menos, a tocar una pequeña melodía. A continuación está la librería donde también tienen un gran stock de películas en DVD y Blu-Ray. Le sigue Vintage Room, un pequeño salón comedor para cenas íntimas con cata de vinos.
En la otra banda tenemos la sala de cartas y la sala de ordenadores, que a su vez se divide en zona cibercafé y en aula para clases de informática. Todos los ordenadores son iMac. La conexión a internet, que también está disponible via Wifi en todo el barco, cuesta desde 0,74$ el minuto si se elige la modalidad de pago minuto a minuto, hasta precios sensiblemente inferiores si se contratan packs de tiempo, por ejemplo, 2 horas por 50$ sale a 0,42$ el minuto.
A popa tenemos los dos restaurantes temáticos del barco, para los que se requiere reserva previa, pero que son sin cargo adicional. Silk Road es el restaurante asiático cuyo menú ha sido creado por el famoso chef Nobu Matsuhisa, que también ha entrenado a los cocineros para que los parámetros de calidad sean iguales a los de los míticos restaurantes Nobu que hay por todo el mundo. La cena en un restaurante Nobu, con vino, puede acercarse a los 100 euros por comensal así que cenar aquí sin cargo adicional es un absoluto lujo que apreciaremos nada más engullir el primer bocado que nos sirvan. Probamos un variado de sushi&sashimi, tempura y la Nobu Box, una caja con tres "muestras" de los platos más populares de Nobu: Gambas cremosas picantes, buenísimas, bacalao en salsa misho, espectacular, y carne Wagyu con salsa de wasabi y pimienta, delicatesen total. De postre podría recomendar tanto el Trio de Crème Brûlées como la Sopa de Tapioca de coco con vainilla. Solo me pareció que no estaba a la altura la langosta al estilo Nobu, por lo demás, impresionante experiencia culinaria.
A la entrada del Silk Road hay una Sushi Bar que no necesita reserva, con sitio para 9 comensales, y que sirve según van llegando pasajeros y haya hueco. Merece la pena aunque haya que esperar un rato, total, ¿qué prisa podemos tener en un crucero de lujo?.
Las sensaciones gastronómicas no se acaban aquí, al otro lado, y no menos importante, se alza la entrada del Prego, el restaurante italo-americano abanderado por el empresario Piero Selvaggio, de los restaurantes Valentino, con presencia en Los Angeles, Las Vegas y Houston. Quizá esa influencia del mundo del cine y los casinos haya jugado en contra de la decoración del Prego, que luce unas falsas columnas en relieve de lo más kitsch y unos cuadros con capas superpuestas que cuando menos nos dejan ojiplaticos unos segundos. Pero unos pequeños detalles en la decoración no nos van a amargar una buena cena, y pese a que acudimos a probar el Prego desganados tras una opípara comida en Jerez de la Frontera, tengo que decir que el Carpaccio di Manzo resucitó mi hambre y que el rissotto estaba realmente sabroso y en su punto, certificado por nuestro acompañante gourmet italiano. No obstante, uno de los platos estrella es la crema de champiñones servida dentro de un pan con forma de olla.
Hasta aquí las instalaciones de las cubiertas inferiores, el resto de zonas públicas interiores y exteriores está en la cubierta 12, salvo el spa, que está en la cubierta 13, encima del buffet.
A popa está el buffet, sencillo, sin muchas ornamentación, pero con muchas cualidades. Nada de colas, productos de calidad, y varias zonas de servicio personalizado en función del día y de la hora (wok, tortillas, sushi, etc) La tripulación asiste llevando el plato a la mesa, sobre todo a los pasajeros más mayores, como también sirven el café o té en los desayunos, aunque en realidad te acercaran cualquier cosa que les pidas. Hay una terraza exterior a popa con mobiliario de madera muy agradable para los días de sol, pero uno de mis rincones favoritos en este barco ha sido una zona intermedia entre el buffet y la piscina cubierta, con 4 mesas con sofá en forma de C y que estaban aisladas del bullicio que siempre hay en el buffet.
La piscina cubierta se convierte en una extensión del buffet, no solo porque sea contigua sino porque tiene sus propias opciones de comida. Tastes es un buffet pero solo para que los camareros se sirvan el pedido que les hayas hecho directamente desde la mesa, mientras que Trident Bar & Grill despacha hamburguesas, rolls de pollo y otros platos rápidos, además de nachos con salsa verde y roja, y fruta. Para los postres, otro corner, Scoops Ice Cream Bar, con helados deliciosos y variedad de toppings para añadir. La piscina en el centro de la estancia es casi lo de menos, aquí se está calentito y con mucha luz natural, es agradable, si bien, otra vez, la decoración merecería una puesta al día, sobre todo en lo que a alicatados de las barras se refiere. En el otro barco de la compañía, el Crystal Symphony se ha actualizado todo el mobiliario a colores grises, las sombrillas van acordes con el color verde corporativo y se ha usado un gresite más discreto en los alicatados. Incluso se ha eliminado la piscina de esta zona, que realmente solo se usa como comedor semi-exterior.
Ya en el centro del barco la piscina exterior si cuenta con mobiliario renovado, cómodos sofás y chaise lounges. El agua de la piscina, en pleno Diciembre, estaba climatizada a 30º, así que no hay excusa para darse un chapuzón "calentito". Supongo que en verano dejarán el agua más fresquita. Dos jacuzzis y un escenario para música en directo completan la zona. No tuvimos ocasión de disfrutar mucho de la vida exterior, pero nos consta que tratan con mimo a los pasajeros ofreciendo toallitas refrescantes cada cierto tiempo.
Entrando en la zona interior de proa se ubica una pequeña sala infantil y también unas consolas para los quinceañeros, y, a continuación, otro de los grandes salones del barco, el Palm Court, inconfundible con sus lucernarios en el techo sobre palmeras y otras especies vegetales. Sillones de mimbre con cojines azulados por un lado, sofás verdes por otro, y sofás y sillones de proa en anodina cuero gris. Siendo un lugar agradable, también necesita una remodelación urgente. Hay que decir que este es mi punto de vista desde mis 38 años, y si la compañía no ha remodelado totalmente el Crystal Serenity al igual que ha hecho con el Crystal Symphony, creo que es para estar seguros antes de dar el paso, de que su fiel clientela no se sienta intimidada u horrorizada con la decoración de lujo moderno que ya se puede apreciar en el Crystal Symphony, un barco prácticamente gemelo del Serenity, solo que con una cubierta menos.
En el Palm Court es donde se sirve el té a las 15:30 con todo el ceremonial. Camareros de frac y guante blanco, bandejitas de pasteles, scoons, crema y sándwiches. Porcelana Wedgood, cubertería y teteras de plata. Hay un día especial: se trata del té Mozart, con todos los camareros vestidos con trajes de época, música del inmortal compositor y profusión de pastelitos.
Finalmente en la cubierta 13 tenemos las pistas de paddle-tenis en el centro y el spa y gimnasio en popa. El gimnasio es bastante amplio para tratarse de un barco de este tamaño y tipología, con maquinaria bastante moderna de LifeFitness, capaz de grabar en tu iPod la sesión de trabajo. Cada máquina tiene una toallita y una botella de agua esperando a que lleguemos. Tengo que mencionar también que en popa de la cubierta 6, en el exterior, hay redes para practicar el golf y putting Green, normalmente con un instructor de la PGA al cargo.
En el spa probé el masaje Elemis Aroma Hot Stone Therapy, con piedras calientes, y resultó más intenso de lo que me esperaba, con fuertes pasadas con las piedras por las zonas contracturadas. Au! pero el resultado fue bueno, ganando elasticidad y relajación en la zona al día siguiente. En los vestuarios hay sauna y baño turco, donde si das con un pasajero conversador puedes filosofar sobre el tiempo y los tópicos sobre tu lugar de origen. Lo que además me resultó muy útil fue el peine, el gel y las maquinillas desechables de afeitar, ya puestos a salir del spa y la sauna, hacerlo lo más renovado y guapo posible.
Antes de concluir el artículo, debo hablar también de los baños públicos. Limpios y siempre con jabon y crema de manos Elemis, que deja un agradable aroma. Las toallas individuales son de verdad, nada de vulgares toallitas de papel o secadores eléctricos.
También quiero comentar la existencia de cierto personal de habla hispana, Alexia en recepción, un chico gallego que atendía también a menudo en el Crystal Cove, la camarera aprendiz de mi cabina, Ainara, vasca, y un chico que también atendía nuestras mesas en el restaurante principal y en el buffet, de nacimiento catalán si no recuerdo mal, pero acento argentino. Hay más, y aunque no son mayoría siempre encuentras a alguno disponible aquí o allá para ayudar si no te defiendes bien en inglés, porque ni diario de a bordo, ni menús, ni ninguna otra información se da en otro idioma.
Conclusion.
El Crystal Serenity es un barco que está en un impass. Esta reformado en lo fundamental, que son las cabinas, pero el resto conserva la estética tradicional que seguramente guste a muchos de los clientes de la compañía. Lamentablemente los hispano parlantes nos perdemos buena parte de estos productos de lujo, al no poder disfrutar al 100% si no eres bilingüe de las charlas de expertos, de las clases de piano y de informática, de baile, etc.
Pero es innegable el valor para los viajeros que busquen tranquilidad, espacio, calidad, gastronomía y una modesta elegancia. Aquellos que ya no están para aguantar multitudes o colas, griteríos y actividades vulgares, aquellos que conocen el valor de la calidad por encima del precio.