Cuando Oceania Cruises, presenta el Oceania Marina, lo hace prometiendo dar a sus clientes uno de los barcos más elegantes y exclusivos dentro de la categoría Upper Premium. O sea, una categoría que coquetea con las de lujo, pero si llegar a serlo, pero con precios tan interesantes que cualquier pasajero con un presupuesto ajustado, pueda tener una muy buena aproximación de lo que es el «lujo». El concepto es tan bueno en Oceania, que navieras de lujo, han comenzado a tener miedo. Hemos experimentado el Oceania Riviera, para intentar comprender que es una naviera upper premium, y el resultado es espectacular, y muy recomendable.
Los propietarios de Oceania Cruises, habían acuñado el concepto con Reinassance Cruises y los emblemáticos «R-Class», sea porque la idea no estuvo bien desarrollada, o porque no era la época, la compañía terminó cerrando. Frank Del Rio, y Bob Binder entre otros, aprendiendo de los errores cometidos deciden usar algunos de sus antiguos barcos para revitalizar la idea, creando Oceania Cruises. Su idea, «lujo, a precios populares». La presentación del Oceania Marina, y el año pasado del Riviera, supuso aumentar el tonelaje de la flota en un 100%. Muchos pasajeros pensaban que se iba a perder la exclusividad con barcos tan grandes, pero parece que el resultado ha sido óptimo.
El barco
Y es que 66.000 dan para mucho. Partiendo de la idea, lo que significa el Oceania Riviera, es: «muchas más opciones y más espacio». Encargado en Fincantieri y presentado en Barcelona con toda pompa, maravilló a propios y extraños. El propio Bob Binder confirma que se había pretendido crear un barco con sofisticado ambiente club, una casa de campo, mezclando tendencias y estilos, y usando los mejores materiales posibles. Y sobre todo usando ingentes cantidades de dólares en obras de arte, incluyendo pinturas de renovados artistas como Picasso o Miró.
Exteriormente impone, y rivaliza con otros enormes barcos generalistas. Aunque en su proa un escudo indique que es un barco especial, y muy regio, tenía mis dudas. Cuando entro en su hall, casi todas las dudas desaparecen. Cubiertas de la 5 a la 15, y en donde no existe cubierta 13 por obvias cuestiones de mal fario. El hall marca los parámetros claves: mestizaje de estilo ofreciendo un calido ambiente de modernidad y tradición. O sea lo que se estila en los hoteles de lujo urbano, de resort de elite de Estados Unidos. No hay un gigantismo innecesario sino amplitud. Dos pisos, cubierta 5 y 6, con una escalera semicircular imitando los antiguos barcos de època, y sobre todo cristal de Lalique. Un gran teatro a popa, tiendas a popa con dos de sus restaurantes especiales, de los que hablaré más adelante.
Da la impresión cuando subimos por la escalera, de que Oceania ha querido hacer crecer el barco, sin renunciar a la filosofía y distribución de los antiguos barcos de la compañía. A popa en la cubierta 6 tenemos el elegantísimo Grand Bar, Casino, y Grand Dinning Room. Enormes espacios, lugares sin ir de sala en sala como en los barcos generalistas, y una decoración especialmente cuidada. Y en donde vemos similitudes con los hermanos pequeños es la distribución en la cubierta doce, de sus dos restaurantes especiales (Toscana y Polo Grill), y la esplendida biblioteca que parece sacada de una mansión británica. Marmoles, chimeneas de piedra, cuadros, maquetas de barcos, madera. Pero además, de su amplísima selección de libros, la estructura individualizada de sus ambientes, el Café Baristas, en donde se sirve el mejor café italiano, sin coste. Es el lugar perfecto para contemplar la zona de piscinas, o simplemente acompañar la lectura de nuestro libro.
Y mirando a las piscinas, podemos hacer dos referencias a las zonas exteriores. Primero en el cubierta doce (en donde está el elegante buffet) hay espacio para todo el mundo, aunque todos sus pasajeros decidan comer a la vez. Las tumbonas no están apretadas, hay espacio para circular sin molestar, y la piscina es más que generosa. Puedes nadar, y jamás hay saturaciones. No solo porque es de lo más amplio que he visto, sino porque es una compañía «sin niños». Espacio, y refinamiento es algo que ya percibimos en esta upper premium.
Donde descubrimos que la compañía no ha escatimado el espacio es el enorme salón de proa Horizons. Usualmente las compañías, han venido eliminando los salones-miradores para meter más suites, o spas. Pero todavía hay un sitio amplio, enorme no solo para el té de la tarde, sino para fiestas, lectura, o simplemente para relajarse.
Camarotes
El Oceania Riviera tiene más de 13 categorías de camarotes, que van desde las opulentas Ralph Lauren o Dakota Jackson Suites, a las interiores. Sin embargo, todas ellas englobadas en las siguientes categorías genéricas: Suites con privilegios (Owner, Vista, Oceania), las Concierge Level y luego las Verandah, y finalmente Exteriores e interiores. Los privilegios incluyen, según el caso: prioridades en embarques/desembarques, excursiones, restaurantes especiales, salón ejecutivo «Concierge», champagne y vinos incluídos, mayordomo en algunos casos, chocolates seleccionados, acceso al Caynon Ranch Spa, uso de ordenadores, IPADs, etc, cosméticos Bulgari, té de la tarde y canapés de lujo, hidromasaje, prensa diaria, internet, etc. Un placer de dioses.
Pero la pregunta es. ¿que ofrecen las categorías más humildes?. Viajé en una exterior estándar y te llama la atención varias cosas, que los hacen únicos
-Refinada selección de materiales, hasta hacerlos auténticos hoteles boutique. Maderas, cabezales de tela, lencería seleccionada, cama «Prestige Tranquility»
-Tamaño destacado.
-Baños de mármol con ducha y bañera separada y cabeza de ducha Grohe
-Zapatillas y albornoces además de productos de baño de firmas prestigiosas.
-Minibar con bebidas gratuitas incluidas.
-Gama inmensa de DVDs, para visionar.
-Servicio de camarote gratuito las 24 horas del día.
Comida
La comida es la parte más destacada de Oceania, haciéndola una de las compañías más premiadas del mundo. Jacques Pepin, un gurú de la gastronomía gala supervisa cada detalle de lo que se ofrece a bordo. El Grand Dinning Room, quizás de lo más bonito que he visto a bordo ofrece, una amplísima carta para desayunos, almuerzos y cenas. Turno abierto, ambiente «smart casual», y un aire de antiguo transatlántico. Cristal, muebles clásicos, espectacularidad, tonos envolventes como caramelos, ocres y oro, y un servicio exquisito tanto en su personal, como vajillas, cristal, o cuberterías. Es la idea más aproximada, a como eran los grandes restaurantes.
El buffet de tonos naranjas y grises es de una belleza inusitada para un buffet. Desayunos, almuerzos y cenas casuales. No es especialmente amplio, pero destacan varias especialidades. Los postres (incluyendo una fuente de chocolate), sushi, y una tabla de ibéricos y quesos españoles muy cuidada. Un buffet en donde también se mantienen las «formas». Nada de plástico en el menaje, café como Dios manda, cristal, mesas inmaculadamente puestas, y servicio solícito.
Cuatro experiencias gastronómicas:
Además del La Reserve para degustaciones y maridajes, la contundencia del buffet de cubierta «Waves», y de la celebración gastronómica del Restaurante Le Privee (privado), hay restaurantes especiales, sin cargo pero con reserva previa.
a) Toscana: Una forma diferente de comer pasta. Aires modernos, cocina italiana elegante. Destacan sus panes de diseño, aceites gourmet.
b) Polo Grill. Americano, en donde los mariscos y las carnes más seleccionadas forman parte de su menú. Brasería decorada en madera, sillas de cuero de color burdeos en donde no faltan platos como el Surf & Turf, o la Clam Chowder.
c) Red Ginger: Magistral maridaje de cocinas orientales, en un entorno vanguardistas decorado en rojos y negros. Sutileza oriental, sushi, platos clásico con toques de oriente.
d) Jacques: El reducto del masterchef. La apuesta francesa de la compañía. Con aires de un elegante bistro, no es un lugar de refinamientos gastronómicos, pero si de buena cocina regional francesa.
SPA
El Caynon Ranch forma parte de esos lugares privilegiados del mundo, que suele figurar en la lista de los spas más «selectos». Originalmente se crea el primero en Arizona, y durante este tiempo ha crecido hasta convertirse en una marca balnearia de referencia. No solo presente en Oceania sino en navieras como Cunard. El gimnasio es especialmente bueno. Y lo es, porque sus máquinas son tan modernas, que puedes escuchar música, ver televisión hasta conectarte a internet. Además una amplia selección de actividades completan la oferta.
Me gustó mucho la calidad de los tratamientos. Cierto que el SPA en todos los barcos son especiales, pero en este caso, mi tratamiento facial integral fue especialmente gratificante. Productos untuosos, una especialista con unas manos de oro, y cuidado especial a que todo fuera muy epicuro. Se completa con una piscina termal privada y zona de descanso en la proa (se puede acceder con cargo nominal, incluído con los tratamientos, o las acomodaciones más altas).
Y ¿que podemos hacer en el Oceania Riviera?. Un mundo de opciones.
-Té de la tarde: Con todo el ceremonial de un té servido a la vieja usanza. Música de violines, pastelería sublime, tés seleccionados.
–Artist Loft. Entra dentro del «Enrichment» o sea enriquecimiento personal. Un taller de manualidades en donde las clases de pintura son impresionantes.
–Bon Appetit Culinary Centre. Bon Appetit es una publicación líder en el mercado americano. La gastronomía es una parte esencial de todo crucero, y las clases de cocina en Oceania son de indudable interés y calidad. Se completa con «Culinary Tours», que en destino ofrecen experiencias gastronómicas como cocina en restaurantes emblemáticos, visita a viñedos, compras en mercados, degustaciones gourmet etc.
–Compras: Sus tiendas no son un despliegue cutre de productos de descuento, sino que ofrecen tiendas de moderada calidad. Furla, Ralph Lauren, cosméticos prestigiosos, joyería Stern compensan pasar un rato visitando sus tiendas.
–Shows y vida nocturna: No son especialmente bullangueros, sino adecuados a los pasajeros Oceania. O sea, calidad y clasicismo sin demasiado ruido. Siempre música sonando en sus bares, comediantes en el teatro, musicales, pianistas forman parte de un ambiente muy relajado, y diseñado para un pasajero sofisticado.
–Arte a bordo: La colección de la compañía es destacada. Probablemente cuando los propietarios de la compañía «vistieron a sus barcos» no escatimaron en gastos. Quisieron que sus pasajeros se sintiesen como en casa, y crearon los ambientes más agradables posible, con un lujo sereno, moderando y siempre con mucha clase en cada una de sus esquinas. Cuadros, cristal, esculturas decoran cada esquina de este exquisito barco.
Obviamente podemos encontrar otros ingredientes de un crucero tradicional. Trivials, seminarios, conferencias de gran calidad, clases de golf, etc.
Autor: Francisco Camino
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