El nuevo barco de la compañía Oceania Cruises es una autentica sorpresa: personalidad propia y propuestas originales es una definición que se queda corta.
Una nave pensada para pasajeros senior que buscan una experiencia premium pero sin olvidarse de actividades como los talleres de informática, cocina o pintura.

Las 66.000 toneladas de registro bruto del barco han sido aprovechadas al máximo conforme a las exigencias actuales de los consumidores, es decir, hay varios restaurantes y varias opciones de ocio. Empezando por la popa de la cubierta 14, que acoge a un lado el restaurante Toscana, al otro el restaurante Polo Grill, y en medio Priveé, una sala para 10 personas muy exclusiva, completamente blanca y en la que el presidente de la compañía ha puesto su impronta personal con sendos cuadros alusivos a la libertad creados por un cubano y un iraní. Aquí también encontramos una preciosa librería con mucho recovecos en los que «esconderse» y evadirse leyendo, o una preciosa cafetería semicircular llamada Baristas, mientras que al otro lado, los pasajeros con inquietudes informáticas pueden asistir a clases en Oceania @ Sea.

En proa tenemos un suntuoso spa, que además de las habituales salas de tratamiento individual, tiene sala para parejas, sala para masaje tailandés y sala de acupuntura. En proa del spa hay una cubierta de hamacas que es un oasis de tranquilidad.
El Oceania Marina tiene el mismo ancho (manga) que barcos un tercio más grandes, por lo que la sensación de amplitud en la zona de piscina es notable. Una zona que por cierto, rebosa buen gusto, salvo, a mi entender, por la sosa pintura azul que remata el suelo en la cubierta superior de la piscina.
En lo alto de proa tenemos el habitual bar-observatorio y el resto de las áreas públicas están las cubiertas 5 y 6.
El epicentro es el hall circular, decorado con piezas de cristal de Lalique y estilo clásico, desde el que podemos acceder, en la cubierta 5, al teatro de proa o a los dos restaurantes especiales de popa, como son el Red Ginger, de corte oriental, y el Jacques, de cocina francesa y que toma su nombre del chef Jacques Pépin. Además de las oportunas boutiques con marcas de primer nivel tax-free, en proa encontraremos la sala de espectáculos Marina Lounge.
La cubierta 6 desde el hall, tiene un delicioso piano-bar Martinis, el casino y el Grand Bar y finalmente en popa, lo que para mi resulta más espectacular en todo el barco, el restaurante principal Grand Dining Room, un amplio espacio donde predomina el blanco presidido por una impresionante lámpara de cristal circular. Las exquisita decoración de la mesa solo es el preludio para una gastronomía amable con todos los paladares, y un servicio impecable.
En resumen, un producto espectacular, que la propia naviera define para seniors (50+) (y no hay instalaciones para niños), que hará las delicias de los viajeros acostumbrados al máximo confort y servicio.